Los Flying Congrios

Publicación de relatos y poemas

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Lugar: Cádiz, Andalucía/Cádiz, Spain

Pescador de Congríos nacido en la antigua Mileto en el año 2000 de la era de John Lennon.

miércoles, 20 de octubre de 2010

EL ÚLTIMO EN LA MARATÓN (1/2)

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..“…me puse a correr calle arriba como el último atleta de Maratón, el que no trae noticias de victoria sino de derrota, el que no es escuchado ni celebrado ni nadie le tiende un cuenco de agua, pero que llega vivo, chavales, y que además comprende la lección: en ese castillo no entraré, esa senda no la recorreré, esas tierras no atravesaré. Aunque me señalen con el dedo, aunque todo esté en mi contra”.
........(Putas asesinas, Roberto Bolaño)
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La banda de los borrachos locos era como nos llamaban, todos vivíamos en las afueras de la ciudad y por las noches bebíamos hasta perder el control, pero no éramos malos tipos. L siempre había sido un joven formal que en los últimos tiempos había cogido un trabajo de profesor de español para extranjeros y los fines de semana se quitaba el rígido corsé que le apretaba durante la semana y se perdía en un delirio alcohólico junto a R, V, A, G y algunas chicas como A, L o la polaca M. El viernes de la semana anterior nos había alegrado un coreano llamado T que no entendía ni media de español y miraba apartándose la media melena de sus ojos rasgados cada vez que le decían algo, pero siempre sonreía, aunque detectara algo de burla. Ese viernes, que era el día que más fuerte le pegábamos al tema, llegamos muy pronto al lugar de reunión, había un concierto de rock clásico en un garito que estaba en la misma zona, tan sólo a unos metros. Bebimos unos vinos baratos que había comprado en un supermercado de descuento cercano a mi casa, el tinto era peleón, pero el cava rojo, a pesar de no haber costado mucho más de dos euros, estaba bastante bueno incluso caliente, lo malo es que la cantidad no era la necesaria para satisfacer nuestro consumo alcohólico y, tras quitarnos las camisetas para presumir de músculos, fuimos a buscar culillos de botellas y otras con algo más que anduvieran desamparadas.
....Estando de pesca vimos llegar a B con K, su perro, otro insigne bebedor. Al encontrarlos estaba levantando con el morro un cartón de vino y echándoselo al gaznate, algo que no nos impactó porque ya lo habíamos visto otras veces, en cambio, unos niñatos peinados hacia atrás y con camisas de rayas y polos Lacoste reían y cuchicheaban señalando al animal, hasta que nosotros los miramos serios y con cara de rabia y chillamos unos me cago en la puta madre del que se ría de K y callaron, no podíamos permitir que un chucho tan simpático y listo como para volcar los cartones o las botellas cuando se le resistían y lamer el vino del suelo fuera objeto de burla. En ese momento nos acordamos de J, un cuate que tenía un cánido que cogía los vasos con las patas como si fueran manos y bebía con gran habilidad, era una pena que desde que había enlazado con una muchacha de su distrito ya no pendejeara con nosotros, ¡maldito boludo!
....Resulta que cuando volvemos con los demás un brasileño fuma marihuana junto a la dulce L, que en esos momentos es la chica que tengo a mi lado (en un sentido vital me refiero), y nosotros acabamos fumando con él hasta que un tipo que sí es de la ciudad le dice que le pase el porro, entonces, aburridos, llamamos a un alemán que está a unos metros. El alemán se integra bien y todo fluye como la sangre en un cuerpo joven y sano y yo empiezo a imaginar que caigo al agua que hay detrás, que caigo al mar y me transformo en una sirena y vivo en las profundidades y canto como el mismo Elvis, y sí, a veces me tumbo en la arena a descansar, a tomar el sol y a luchar con las gaviotas por los restos de comida que han dejado los bañistas, y todo así, y cuando me estoy preguntando si tengo branquias o cómo es que respiro y que puedo estar bajo el agua pero también en la superficie y empiezo a imaginar lo complejo de una relación con una humana de la que enamorarse, clásica historia en seres mitológicos como el que soy en esos momentos, L(varón) me dice: «F, cómo va la noche», «bien, espero que no se me desmadre como el otro día», «sí, se te fue un poco, los recuerdos que tengo de ti son: 1)escalada a una señal de STOP 2)amago de trifulca con guiri-gafas 3)bocado en la espalda a alumno coreano 4)amago de caída al agua desde 7 metros y 5)lanzamiento de contenedor contra escaparate». «Sí, no veas cómo estaba al día siguiente, no se podía ni mover», dijo la dulce L, «todavía estoy fatal, pero bueno, la vida sigue adelante, continúa hacia la muerte, me recuperaré, soy fuerte, sobreviviré», «jajajá, sí, claro, mañana ya estás bien», «pero quizás la próxima vez no tenga tanta suerte. Además, viendo la situación –estaba bebiéndome a tragos una botella de vodka Whistoka que me había encontrado–, no sé yo si mañana estaré mucho mejor». «Por cierto, que me leí el relato que me pasaste y es duro. Y como dato complementario estoy de acuerdo en lo molesto del látex». «Hombre, es ficción, pero tú sabes que el material para la ficción se saca de los botes de cochinillas que llenamos cuando chicos». «Me parece una analogía profunda y acertada». En ese instante, unos tipos, encabezados por El Pistolo, que ha salido de permiso –está entre rejas por lo del coche llenó de hachís que intentó introducir en el país y por varias estafas y robos–, se plantan allí con su nuevo coche y los acompaño a comprar algo de mercancía a un distrito cercano; los yonquis que merodean por el edificio nos intentan robar, alguien les da unas monedas y se van, «toma, quieres una raya, ¿fumas un poco de la plata?», «no, ponme un poco en un cigarrito» y ya recién en nuestro sistema nervioso la sustancia las mandíbulas vuelan, las palabras se suceden y en medio de conversaciones vertiginosas un coche de policía que da el alto y antes de poder pensar siquiera en huir ya están registrando y el vehículo es “prestado” y por suerte el que porta la coca ha tomado la precaución de introducirla en su intestino, por la parte de salida, no por la de entrada, y a pesar de que no la encuentran y que indagan y que podrían decir algo más nos vamos todos muy animados y aliviados y contentos y felices y soñando con perdices y volvemos donde estaban los borrachos locos. Antes de salir del coche me pasan una botella de crema de whisky y me la bebo en unos minutos.

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