UNA NOTICIA DESESPERADA
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La noche que conocí a tu madre fue la última de aquella Navidad. Acababa de tener un problema con una chica que nunca me ha gustado recordar. Cuando uno reflexiona de muy joven sobre el amor y no lo conoce siempre se equivoca, nunca crees que puedes llegar a situaciones en las que después te ves inmerso, las escuchas y piensas: por qué, por qué la gente hace estas cosas. Pero tu madre y yo todavía éramos felices juntos, nos queríamos, recorríamos con nuestra moto el Paseo Marítimo, comíamos pescado frito junto a la playa, nos bañábamos en el mar azul y verde del Atlántico, con esas olas bravas, la arena blanca… Como podrás ver, todo parecía un cuento de hadas, y en uno de esos días, no usábamos protección, todo sea dicho, los profilácticos de látex siempre me han parecido de lo más incómodo, de lo más molesto, un espermatozoide mío y un óvulo de tu madre se unieron formando un zigoto que más tarde serías tú. En esos tiempos, no me puedo quejar, me gustaba la idea de que fuéramos una familia, aunque, si te digo la verdad, mi vida, no veía un futuro sostenible con los tres juntos en un hogar, que, al fin y al cabo, es una de las cosas más importantes para una familia. No lo di por perdido, tampoco luché lo suficiente, eso está claro, no sabía lo que quería, nunca lo he sabido y nunca lo sabré. Pero, hijo, llegó el momento en que se esfumó la pasión, nos vimos atrapados en una rutina, y eso es lo peor, no es fácil llevarlo, estar con una persona con la que todo acabó, porque no sé si lo sabes, y yo te lo digo, que el “amor”, llamémoslo así, tiene fecha de caducidad. Sí, algunos son como conservas y duran años y años, pero otros son como el pan o la fruta, que duran apenas unos días, y los hay que no duran mucho más que recién empezaron. Yo a tu madre la quería, otra cosa no, pero eso sí, quererla la quería, y ella tenía miedo de quedarse sola, no se encontraba cómoda con la gente, no se adaptaba bien, siempre quería agradar, la gente en el fondo no le influía, sólo ponía buena cara y seguía pensando lo que le daba la gana, aunque no lo expresara. Entonces fue cuando yo caí, digamos al lado oscuro, cuando empecé un poco con la bebida, las cervecitas y el cigarrito con los amigos, el vodka, el vino tinto, los bares, las noches interminables, y frecuenté gente mala, mujeres esporádicas, habité otras moradas, otras casas, pero todavía eres chico, mi pequeño, no sé si debería decirte esto. Tu madre me soportaba, aún le gustaba, aún me gustaba, aún la quería, aún me quería, nos queríamos, pero ya sabes cómo son las cosas, bueno, no, no lo sabes, pero lo sabrás, y de qué modo, lo sabrás, hazme caso que lo sabrás, Luisito. Y así seguimos un tiempo, hasta que tu madre me dejó, y yo no me esforcé por seguir, es más, me lo tomé bastante bien, yo la rondaba pero tampoco quería volver, y ya después si hubiera querido, ella no hubiera aceptado, tú quieres estar en el plato y en la tajá, me recriminó, aunque me confesó que ella en un primer momento lo hizo para que yo rectificara y pensaba volver conmigo, y yo seguí igual o peor. Creo que peor, me desmelené del todo, y yo siempre he tenido unas largas melenas, ahí ya me dejé de pelar, creo que hasta hace poco no me he vuelto a cortar el pelo. El caso es que con ese modo de vivir que yo estaba llevando desde antes había cogido un terrible virus que desemboca en una terrible enfermedad con un terrible final y una terrible muerte, cogí el virus del SIDA. Una vez que me hice unos análisis porque me salieron unos hongos me enteré. Al saberlo me entraron escalofríos, temblores, nervios, desesperación, pero lo terminé asumiendo, lo he tomado como parte de la vida, de mi vida, un pequeño calvario que me ha tocado sufrir, y encima se lo he hecho pasar a tu madre, por lo menos tú ya habías nacido cuando me contagié y estás sanito, no tienes el anticuerpo, aunque hoy en día con las medicinas y los avances que ha habido ya se viven muchos años, se ha convertido casi en una enfermedad crónica, en muchos casos ni se desarrolla la enfermedad, aunque no sé por te cuento esto, tú no sabes qué es una enfermedad crónica, ni qué es el SIDA, ni qué es nada, pero bueno, a lo mejor encuentran una cura, dicen que en algunos casos desaparece el virus, ya hay vacunas bastante eficaces, bueno, no te molesto más, duerme, te voy a arropar, un besito, mañana será otro día, un día nuevo, un día mejor, confiemos en el mañana.
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Etiquetas: Absurdrealismo, alcohol, amor, bohemia, Existencialismo, fracaso, Generación de la Primera Crisis Siglo XXI, literatura, Nueva narrativa gaditana, Realismo sucio, Recuerdos, Relato, sordidez
4 comentarios:
Genial el post y muy buen blog.
Un saludo!
www.ohmyvogue-blog.blogspot.com
Re-auch!... a veces, el precio de desmelanarse es muy caro... pero el post, como siempre, me encantó.
Cariños,
Mar.
Gracias, Henar, gracias como siempre, Mar, por cierto el dibujo es de Cráneo(http://cranekidantiart.blogspot.com/).
Si, ya habia visto otros dibujos... hace algunos muy chulos.
Saludos!
Mar.
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