PEPE EL TROLA 2
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Estaba yo el otro día en la playa tomando el solecito con un amigo, cuando a lo lejos vimos la figura de Pepe que avanzaba hacia nosotros con paso firme y seguro. Nada más llegar le pregunté: “Hola, Pepe, ¿qué te ha pasado últimamente?”. Como siempre, su respuesta fue de lo más sorprendente y divertida. Nos contó que el día anterior salió a pasear a su perro –un pequeño espécimen de gran parecido a un Gremlin-, y que al pasar por una plazoleta en la que estaban sentados unos chavales con un Pitbull, su perro se abalanzó contra este peligroso can. Según nos contó él, no pudo hacer nada por evitarlo, y tuvo que contemplar impotente, como su perro mataba al otro. Afirmaba además, que en el resto del paseo su perrito había matado a otros dos grandes perros de la misma raza que el anterior.
Todavía entre risa y risa, mi amigo y yo empezamos a hablar de una página de Internet. Pepe, que nos oyó, y se quiso integrar en la conversación, no encontró mejor manera que diciéndonos lo siguiente: “Pues yo el otro día desde el ordenador de mi casa dejé tres días sin luz a Barcelona entero”. Nosotros empezamos a reírnos, y Pepe aseguraba con seriedad, y muy poca vergüenza, que lo que contaba era cierto.
Después de esto, mi amigo y yo empezamos a hablar de una genial canción que habíamos escuchado en la radio. Pepe, que casi no nos dejaba descansar entre trola y trola, nos contó que había sacado un single que fue número uno en los cuarenta principales y ganó doscientas mil pesetas. Cómo veis, nuestro amigo Pepe no se molestaba por darle una mínima verosimilitud a sus historias.
No habían pasado ni dos minutos de su anterior trola, cuando Pepe nos dijo que era igualito que Jean Claude Van Damme. Oyendo esto, mi amigo le dijo: “Claro pepe picha, ¡si tú no te comes nada y tienes menos fuerza que mi abuela!”. Esto le hirió el orgullo a Pepe, que tuvo que contar una cruenta historia en la que afirmaba que hacía un par de Días tuvo una pelea con veinte notas de unos veinticinco años bastante fuertes y los dejó a todos tirados en el suelo. Para rematar la faena y limpiar su honor ante la ofensa recibida, Pepe nos dijo también que todas las chavalitas del cursillo que estaba haciendo querían con él, de las cuales tres o cuatro tenían un tatuaje con su nombre.
Casi sin terminar de contarnos estas mentiras, nos dijo que andando por el barrio de Puntales el otro día, se había encontrado al Rey, que le dio la mano y le saludó, y nuestro monarca le dijo que le conocía de vista.
Ya después, para terminar, hablando de que en verano íbamos a ir a Conil, nuestro trolero nos contó unas cuantas historietas más sobre un viaje que hizo a Valencia. Nos dijo que salió un día con su padre y su madre de juerga y estuvieron metidos de martes a domingo en la misma discoteca. Además, nos contó que a la vuelta, un tipo le intentó atracar, y su padre se abrió de piernas, se agachó y le metió un bocado en los huevos salvándole del peligro. Pero lo más increíble que nos dijo, fue que tras haber estado un mes allí, volvió hablando gallego.
Tras todas estas mentiras, yo, que ya había escuchado suficiente, me fui a mi casa. Pero seguro, que no falta mucho tiempo para que me vuelva a encontrar a Pepe, y me cuente unas nuevas batallitas.
Etiquetas: Relato
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