CORRE SIN MIRAR ATRÁS
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Sara y Lulú tenían doce años. Sus padres les habían dado permiso para salir un rato esa tarde. Se dirigieron al Cine Imperial. Era la primera vez que iban a ir a uno. Cuando llegaron al cine miraron las películas que había.
-Mira, Lulú-vamos a ver está.
-¿Una película porno?-pregunto Lulú asustada.
-Sí, sí, que nunca hemos visto una.
-Bueno, a ver si nos dejan entrar.
-Seguro que sí, tú aparentas 18 o 20 años.
Se dirigieron a la taquilla número 3 y sacaron dos entradas. No les pidieron el carné. La película empezaba a las 7:30. Eran las 7:25. Fueron hacia la sala y al entrar tampoco les pidieron el carné.
-Ves, te dije que nos dejarían entrar-dijo Sara.
Entraron y se sentaron en una de las filas de en medio. En el resto de la sala sólo había hombres. La mayoría eran soldados que estaban de permiso.
La película empezó. Empezaron las penetraciones, las felaciones y todo tipo de prácticas sexuales. Las niñas miraban la película con curiosidad y miedo. Los soldados sólo miraban a las niñas. Algunos incluso echaban mano dentro de su pantalón. Los minutos fueron pasando.
-Esto es siempre igual-dijo Lulú.
-Claro, ¡qué van a hacer!
Sara, que desde los 10 o 11 años pensaba en volver a empezar la vida debido al rumbo que ésta había empezado a tomar cuando tenía 9, sólo pensaba en vivir la vida y descubrir cosas nuevas. Pero su amiga Lulú aún no había perdido la inocencia y la ilusión.
Cada vez más soldados las miraban con deseo dentro de la sala. Ya incluso les soltaban obscenidades y piropos. Algunos tipos hacían rápidos movimientos en el interior de sus braguetas.
Viendo la cantidad de ojos que se clavaban en ella, Lulú se empezó a poner colorada. Estaba cabizbaja. Un tipo le dijo algo que ella ni oyó y gritó:
-¡NO, NO, NOOOOO!
-Sara, yo me voy ya-dijo después.
-Bueno, espérate y nos vamos en el descanso-dijo Sara, que además de asustada estaba algo excitada con la situación.
-Vale, esperemos que llegue ya.
Dos o tres minutos después la pantalla se puso blanca y Lulú se puso de pie de un salto.
-¡Vámonos, Sara!
-Venga, venga, qué prisas.
Sin mirar hacia los lados Lulú cruzó rápidamente el pasillo de la sala. Por el fondo se escuchaban chillidos y silbidos. Incluso aullidos.
Cuando ya estaban el hall del cine Lulú le dijo a Sara:
-En menudos sitios me metes, hija.
-En la vida hay que verlo todo, ¿no?
-Da igual, yo no volveré nunca a un sitio así-le respondió Lulú mientras salía de allí con una experiencia que no olvidaría jamás.
Sara y Lulú tenían doce años. Sus padres les habían dado permiso para salir un rato esa tarde. Se dirigieron al Cine Imperial. Era la primera vez que iban a ir a uno. Cuando llegaron al cine miraron las películas que había.
-Mira, Lulú-vamos a ver está.
-¿Una película porno?-pregunto Lulú asustada.
-Sí, sí, que nunca hemos visto una.
-Bueno, a ver si nos dejan entrar.
-Seguro que sí, tú aparentas 18 o 20 años.
Se dirigieron a la taquilla número 3 y sacaron dos entradas. No les pidieron el carné. La película empezaba a las 7:30. Eran las 7:25. Fueron hacia la sala y al entrar tampoco les pidieron el carné.
-Ves, te dije que nos dejarían entrar-dijo Sara.
Entraron y se sentaron en una de las filas de en medio. En el resto de la sala sólo había hombres. La mayoría eran soldados que estaban de permiso.
La película empezó. Empezaron las penetraciones, las felaciones y todo tipo de prácticas sexuales. Las niñas miraban la película con curiosidad y miedo. Los soldados sólo miraban a las niñas. Algunos incluso echaban mano dentro de su pantalón. Los minutos fueron pasando.
-Esto es siempre igual-dijo Lulú.
-Claro, ¡qué van a hacer!
Sara, que desde los 10 o 11 años pensaba en volver a empezar la vida debido al rumbo que ésta había empezado a tomar cuando tenía 9, sólo pensaba en vivir la vida y descubrir cosas nuevas. Pero su amiga Lulú aún no había perdido la inocencia y la ilusión.
Cada vez más soldados las miraban con deseo dentro de la sala. Ya incluso les soltaban obscenidades y piropos. Algunos tipos hacían rápidos movimientos en el interior de sus braguetas.
Viendo la cantidad de ojos que se clavaban en ella, Lulú se empezó a poner colorada. Estaba cabizbaja. Un tipo le dijo algo que ella ni oyó y gritó:
-¡NO, NO, NOOOOO!
-Sara, yo me voy ya-dijo después.
-Bueno, espérate y nos vamos en el descanso-dijo Sara, que además de asustada estaba algo excitada con la situación.
-Vale, esperemos que llegue ya.
Dos o tres minutos después la pantalla se puso blanca y Lulú se puso de pie de un salto.
-¡Vámonos, Sara!
-Venga, venga, qué prisas.
Sin mirar hacia los lados Lulú cruzó rápidamente el pasillo de la sala. Por el fondo se escuchaban chillidos y silbidos. Incluso aullidos.
Cuando ya estaban el hall del cine Lulú le dijo a Sara:
-En menudos sitios me metes, hija.
-En la vida hay que verlo todo, ¿no?
-Da igual, yo no volveré nunca a un sitio así-le respondió Lulú mientras salía de allí con una experiencia que no olvidaría jamás.
Etiquetas: Generación Crisis Siglo XXI, Microrrelato, Nueva narrativa gaditana, Pornografía, Realismo sucio, Relato
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