TRES DÍAS ANDANDO POR EL DESIERTO

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La muerte,
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Guadaña que amenaza nuestro tiempo,
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Única esperanza de un descanso
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Eterno,
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Silbando las melodías del destino

Que, soñoliento, nos trajo lo que quería,
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Lo que pediste no pudo ser,
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Sólo fue una sombra gris hacia la
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Entrada.
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Acabar con el creado personaje
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Que aprieta entre sus manos toda vida,
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Que desgarra con sus dedos nuestras risas,
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Que acaricia sin pensarlo toda duda,
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Que nos persigue hasta el fin de nuestros días,
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Que baila una canción con los ahorcados
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Y se marcha sin recordar tu cuerpo
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Todo dulzura
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Manchas blancas que en la noche brillan
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Pechos suaves que acariciar galante
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Y obsceno como cualquier galeote,
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Se apaga todo en la oscuridad y,
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Mientras,
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No dejamos de luchar contra ese feroz enemigo
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Que se revela el tiempo.
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