Los Flying Congrios

Publicación de relatos y poemas

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Pescador de Congríos nacido en la antigua Mileto en el año 2000 de la era de John Lennon.

martes, 27 de abril de 2010

EL CAMINO DE LA VIDA (CAPÍTULO 5 1/3)

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Pasaron un par de días en los que apenas salí de la cama. Parecía como si la energía me hubiera abandonado. Ni siquiera Vicky me levantó las ganas ni logró levantarme. Llegué a creer que mi vida se estaba acabando. Pero el tercer día me levanté como si tuviera 20 años. Tenía un hambre tremenda y me preparé un desayuno abundante. Qué buena comilona me pegué. En cuanto terminé volví al salón y empecé a escribir.
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Una mañana, cuando iba a la oficina, tuvo una sensación especial, extraña, pensó que estos eran unos tiempos convulsos, que la ciencia ficción ya fue superada. Entonces, desde que se bajó del coche, y a lo largo de la mañana, estuvo llamando a su novia, sus padres, algunos amigos y primos para hablar con ellos de lo que harían próximamente y recordar las cosas del pasado. Qué de buenos momentos, también alguna mala experiencia. Pero de todo se aprende y de ti mucho más. A la hora del café con los compañeros lo pasaron genial y habló incluso con algunos con los que nunca había cruzado palabra. No llevaba mucho en la empresa y aún no había tenido tiempo de interactuar con todos. Muchas risas, bromas, cotilleos, confidencias, en fin, parecía el principio de una bonita relación laboral. Informes, cuentas, alguna llamada, una mañana intensa de trabajo pero sin llegar a ser algo estresante. A la una y pico se levantó, se desperezó y se asomó a la ventana que tenía frente a su mesa. El cielo estaba de un azul claro que quería convertirse en blanco y transmitirte toda su paz y el sol brillaba cegador tiñéndolo todo de vida y esperanza, de alegría e ilusión. Una vez recobradas las fuerzas volvió a su sillón para un último esfuerzo antes de irse a casa a comer los ricos alcauciles rellenos de su madre. Llegó la hora y salió de allí despidiéndose de los otros trabajadores. «Adiós», «Hasta el lunes», «A ver si me llamas el finde», «Nos vemos, tío». Entró en su coche y lo arrancó. Al hacerlo se encendió la radio y empezaron a sonar los éxitos del momento. Esa maldita música.
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Uff… no sé si dejarlo ya, pensé, y me fui hacia el teléfono para llamar a Jack. No tenía ganas de continuar con la novela. Ponerte a escribir, a crear, es como subir a una montaña, y después tienes que bajarla. Y eso así día tras día.
..-¿Sí?
..-Jack, ¿nos tomamos unas tapitas y unas cervezas ahora dentro de un rato? Es que estoy aburrido y mi asistenta no llegará hasta dentro de bastante.
..-Bueno, ¿por qué no? Tengo que hacer unas cosas pero me puedo escaquear, le venderé al jefe que es para hablar contigo de trabajo, que en parte es verdad, ¿no?
..-No, no, no es para hablar nada de trabajo, es para tomarnos algo. Hombre, si sale algo de trabajo pues también podemos hablar y ya está.
..-Ya, ya. Bueno, ¿a qué hora nos vemos?
..-A las 12 y media en el Bar Astoria.
..-Me parece bien, hasta ahora.
..-Ciao, culebra.
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..Miré por la ventana y hacía un buen día, sólo con la camiseta ya iría bien. Salí a la callé feliz y caminé fascinado bajo la luz del mediodía, observando todo a mi alrededor como si fuera especial, como si las cosas tuvieran algo mágico que no se suele apreciar. Era uno de esos días. Uno de esos días con brillo en las risas y carreras de los niños, los cantos de los pájaros, los pasteles de los escaparates, los motores de los coches, la claridad del sol, la brisa suave, las nalgas de las jovencitas y las maduras, las revistas de los kioscos… Era uno de esos días especiales. Andando andando, maravillado con todo, llegué al lugar de la cita.
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..-Coff cooff –tosí.
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..Cuando entré, Jack estaba allí con un plato de caracoles y una caña.
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..-Jejé, qué arte, yo quiero otro de esos.
..-Jejé, sí, están de puta madre.
..-Póngame lo mismo que al caballero –le dije al chico que había tras la barra. La típica barra metálica de bar, el típico bar de tapas y cerveza, los típicos parroquianos de un sitio así. Paredes de azulejos blancos con su tragaperras y sus 4 mesas, su suelo con colillas, su vendedor de cupones, su chancla rota tirada en una esquina…
..-¿Cómo es que te ha dado por llamarme y salir? Con lo huraño y misántropo que estás últimamente.
..-Que estoy ciclotímico perdido, como todos los artistas, jejé. Me he llevado dos o tres días en la cama y ahora me han entrado ganas de un poco de actividad. Una vueltecita, unas cervezas, un aperitivo…
..-Jajá, claro, la buena vida.
..-Es lo que hay que hacer, tío, que me llevo todo el día en casa escribiendo y estoy to engarrotao y me voy a quedar ciego. Es bueno vivir la vida de vez en cuando.
..-Jejé, sí, ¿y la novela que estás escribiendo de qué va?
..-Pues de nada en concreto, estoy ahora creando los personajes y eso. En realidad la literatura, mi literatura, es todo un juego, referencias a otras obras y lo estético y sentimientos.
..-Jajá, qué profundo eres.
..-Sí, como el pozo de la casa del Tío Perico, que si lo llenaba de oro se hacía rico.
..-Tú estás fatal.
..-Un poco sí. Jar.
..-Tome, sus caracoles y su caña.–dijo el camarero poniendo en la barra mi pedido.
..-Uhh, qué bueno, cómo me voy a poner.
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..Entonces Jack sacó su paquete de Lucky Strike y se puso un pitillo en la boca.
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..-Dame uno.–le dije.
..-No deberías fumar.
..-Ya, ni tú, no te jode.
..-Bueno, sí, pero tú ya eres un viejo.
..-Ya, da igual. Dame también el mechero.
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Me encendí el cigarro y empecé a toser con fuerza y con espasmos muy violentos en mi pecho. Los bronquios, los alveolos, los pulmones, la laringe o todo o yo qué sé se movían muy bruscamente y las lágrimas se me saltaron incluso.

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