EL CAMINO DE LA VIDA (CAPÍTULO 8 4/4)

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..Medio paquete de Marllboro y un par de vasos de coñac después, Lolo se puso melancólico y me empezó a contar lo mal que le iba con su mujer.

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..-Tío, yo nunca pensé que me vería inmerso en una situación como esta, atrapado en una relación sin amor, en una rutina así sólo por mis hijos, por el dinero...
..-Ya, es normal, dicen que el amor se debe a una serie de procesos químicos y hormonales y tiene una caducidad al cabo de dos o tres años. Es algo físico, el tiempo que es necesario para que brote la pasión, nazca una criatura y el hombre pueda ayudar a la mujer con el cuidado de los primeros tiempos y después se quite de en medio.
..-Bueno, eso se sabrá por estudios que se han hecho ahora, pero hasta que uno lo vive no sabe con qué se va a encontrar.
..-Ya te digo, Alemán.
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..Pasó un rato y estábamos ya danzando por el salón y la cocina, de pie y hablando muy fuerte, era sobre la medianoche.
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..-Yo estoy muy inquieto –me dijo Lolo. Y a mí la verdad es que también todo me daba vueltas–. Vamos a ir a un bar para movernos un rato, a bailarla.
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..No lo vi mala idea. Llamamos a un taxi y nos plantamos en una discoteca a la que se accedía bajando por una cuesta. Tras entrar en el boquete el aspecto era desolador. Era un local grande y no había más de 15 personas. Era muy pronto para que el local se ambientara, después fue llegando más gente y el número de borrachuzos se llegó a cuadruplicar. Por lo menos la decoración (cientos de botellas de Ginebra Beefeater metidas en cristales y discos de vinilo por todas las paredes) motivaba.
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..-Vámonos a otro lado –sugirió Lolo viendo el panorama.
..-No, vamos a quedarnos aquí y pedimos una copa.
..-Uff…, yo no puedo beber más. Me encuentro mal. Voy a vomitar –dijo, y vomitó junto a una columna en la barra. Yo pedí una copa de Jack Daniel´s con cola y nos sentamos en unos sofás.

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..Sin duda éramos los más viejos del bar. Casi nadie pasaba de los 30 y por supuesto ninguno llegaba a los 40. Todos nos miraban y reían mientras hablaban entre ellos. Unas chicas jóvenes empezaron a charlar conmigo muy divertidas, parecía como si disfrutaran observando el comportamiento de un raro espécimen como yo.
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..-Yo he leído varios libros tuyos, me gustan mucho tus poemas –me dijo de repente una de ellas que era muy gordita y bajita y tenía barrillos por la cara.
..-Gracias –le dije yo de forma seca con gesto de tipo duro. Aunque siempre gustan estas cosas la verdad es que me importaba una mierda. Las demás chicas jóvenes no me conocían. Mejor. O no. Misantropía. Misoginia.
..-Ah, que eres poeta –dijo otra de las chicas con una sonrisa malévola.
..-Sí, bueno, aunque también escribo otras cosas.
..-A mí lo que más me gusta es la poesía –dijo la gorda, que parecía un trol, aunque nadie le hubiera pedido su opinión–. Aunque en realidad todo lo que escribe es igual –me había calado–. Por cierto, me llamo Virginia –agregó y me dio dos besos muy sentidos. A pesar de todo la chavala resultó ser simpática, aunque fuera un poco cascarrabias y agitara continuamente los brazos de arriba abajo.

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..Mientras tanto, un vendedor de enciclopedias había cogido por banda a Lolo y no lo dejaba en paz. Más allá del afán comercial tenía la lengua suelta y muy poca vergüenza y le avasallaba orgulloso con datos adquiridos con el producto que vendía.

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..-¿Sabes que el urogallo es un ave galliforme que se extiende por la Europa Boreal y puede sobrepasar el metro de estatura? –escuché que le decía.

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..Yo, por mi parte, me había quedado sólo hablando con la trol, sus amigas bailaban en la pista junto a unos tipos engominados muy bronceados y musculados que llevaban camisetas muy brillantes y pantalones y zapatos muy modernos. Lo último en Zara y Bershka. La chica me pidió mi teléfono y como yo estaba muy borracho le di también mi dirección. Después se fue y yo me acerqué a la mesa donde estaba sentado Lolo con el vendedor de enciclopedias.

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..-Así de claro, yo paso de volver a pisar el talego –oí que le decía el comercial mientras le enseñaba fotos de su hija.

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..Apenas habíamos bebido de la copa, yo le había dado un par de tragos y Lolo, viendo que el hielo se estaba derritiendo y yo no bebía, le dio otro par de ellos o 3.
..De pronto, ante el despiste del tipo, que se había puesto de pie, decidimos marcharnos lo más rápido que pudimos.

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..-No me dejéis solo, no os vayáis, os invito a coca –nos decía. Pero logramos escabullirnos de él.

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..Entonces decidimos ir a otro bar.