LA BARRERA
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Subí a la torre. Ver todo París por última vez bien merecía el pequeño coste que tenía la entrada. Esa tarde me iba a despedir de la ciudad y de todo, no tenía fuerza para más. ¡OH, NO, habían vallado el camino hacia el suelo! Nunca me había esforzado lo más mínimo, estaba atrapado por la inacción, es más, era por eso por lo que había tomado la determinación de arrojarme al vacío desde la estructura de hierro construida por Gustave Eiffel para la exposición universal de 1889. Lo pensé mejor, me iba a follar a la vida quisiera ella o no. Si hacía falta consumaría una violación.
Subí a la torre. Ver todo París por última vez bien merecía el pequeño coste que tenía la entrada. Esa tarde me iba a despedir de la ciudad y de todo, no tenía fuerza para más. ¡OH, NO, habían vallado el camino hacia el suelo! Nunca me había esforzado lo más mínimo, estaba atrapado por la inacción, es más, era por eso por lo que había tomado la determinación de arrojarme al vacío desde la estructura de hierro construida por Gustave Eiffel para la exposición universal de 1889. Lo pensé mejor, me iba a follar a la vida quisiera ella o no. Si hacía falta consumaría una violación.
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Etiquetas: Absurdrealismo, costumbrismo, Existencialismo, fracaso, Generación de la Primera Crisis Siglo XXI, literatura, Nueva narrativa gaditana, perdedor, Qué cosas más alegres escribo, Relato, suicidio
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