EL CAMINO DE LA VIDA (CAPÍTULO 7 1/4)
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Estaba de pie frente a dos chicas sentadas en un murito de piedra, pizarra, como todo el merendero cubierto de hojas secas. Tras el muro había un pequeño barranco sin peligro y junto a ellos un eucalipto alto pero con grandes ramas cerca del suelo en las que incluso te podías apoyar. Todo estaba húmedo y llovía a ratos, o eso creo, y había charcos que parecían poco profundos. Yo estaba muy loco, totalmente absurdo, eufórico y desinhibido, como borracho o vete a saber qué y aunque no recuerdo haber bebido no lo descarto. Tenía los pies sobre tierra mojada y charcos y estaba cada vez más empapado y, en un alarde de locura, salté encima del charco en que estaba y en vez de caer sobre el suelo me hundí hasta la altura de la rodilla. Cuidado, no hagas eso, que cuanto más saltes más profundo entras. No puede ser, salté otra vez con más ímpetu y en esa ocasión me metí en agua hasta el pecho, las típicas cosas extrañas. Estaba chorreando entero y me quité la ropa y me quedé en calzones corriendo por allí. La gente lo flipaba conmigo y yo estaba contento y animado, pero había perdido la ropa y en ella estaban las llaves de mi casa, mierda, que voy a hacer, mis padres no están, me han dejado las llaves de la casa del campo. Yo no parecía muy preocupado por la bronca que me iban a echar ni por haber perdido mi vestimenta. Carlos, me puedo quedar en tu casa, le pregunté a mi amigo de la infancia, vecino del bloque, que había estado ocho años en mi clase. No, porque tú hayas hecho eso no te voy a tener que ayudar yo ahora. Él siempre tan generoso. También estaba otro amigo de mi adolescencia y primera juventud, Richi, que muy callado miraba con cara de pasmo y sin saber qué decir. Yo era muy joven, parecía más niño, como de unos 15 años, o 16, 19 o 20 como máximo. Fue un sueño tan real que creía que todo era cierto, lo confundía con la existencia efectiva, y cuando reaccioné, pensé: «menos mal que no era verdad».
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Estaba de pie frente a dos chicas sentadas en un murito de piedra, pizarra, como todo el merendero cubierto de hojas secas. Tras el muro había un pequeño barranco sin peligro y junto a ellos un eucalipto alto pero con grandes ramas cerca del suelo en las que incluso te podías apoyar. Todo estaba húmedo y llovía a ratos, o eso creo, y había charcos que parecían poco profundos. Yo estaba muy loco, totalmente absurdo, eufórico y desinhibido, como borracho o vete a saber qué y aunque no recuerdo haber bebido no lo descarto. Tenía los pies sobre tierra mojada y charcos y estaba cada vez más empapado y, en un alarde de locura, salté encima del charco en que estaba y en vez de caer sobre el suelo me hundí hasta la altura de la rodilla. Cuidado, no hagas eso, que cuanto más saltes más profundo entras. No puede ser, salté otra vez con más ímpetu y en esa ocasión me metí en agua hasta el pecho, las típicas cosas extrañas. Estaba chorreando entero y me quité la ropa y me quedé en calzones corriendo por allí. La gente lo flipaba conmigo y yo estaba contento y animado, pero había perdido la ropa y en ella estaban las llaves de mi casa, mierda, que voy a hacer, mis padres no están, me han dejado las llaves de la casa del campo. Yo no parecía muy preocupado por la bronca que me iban a echar ni por haber perdido mi vestimenta. Carlos, me puedo quedar en tu casa, le pregunté a mi amigo de la infancia, vecino del bloque, que había estado ocho años en mi clase. No, porque tú hayas hecho eso no te voy a tener que ayudar yo ahora. Él siempre tan generoso. También estaba otro amigo de mi adolescencia y primera juventud, Richi, que muy callado miraba con cara de pasmo y sin saber qué decir. Yo era muy joven, parecía más niño, como de unos 15 años, o 16, 19 o 20 como máximo. Fue un sueño tan real que creía que todo era cierto, lo confundía con la existencia efectiva, y cuando reaccioné, pensé: «menos mal que no era verdad».
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..Poco a poco fui volviendo a la realidad. No hubo un momento claro en el que fuera consciente de ello y despertara, si no que poco a poco cada vez todo era menos sueño y más la vida, hasta que al final nada, otra vez lo mismo de siempre.
..Cuando ya me disponía a salir de la cama para ir al baño porque la vejiga no me aguantaba y para enjuagarme un poco la garganta y la cara, sonó el teléfono.
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..Poco a poco fui volviendo a la realidad. No hubo un momento claro en el que fuera consciente de ello y despertara, si no que poco a poco cada vez todo era menos sueño y más la vida, hasta que al final nada, otra vez lo mismo de siempre.
..Cuando ya me disponía a salir de la cama para ir al baño porque la vejiga no me aguantaba y para enjuagarme un poco la garganta y la cara, sonó el teléfono.
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..RIIIIIIING RIIIIIIING RIIIIIIING RIIIIIIING
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..-¿Diga? ¿Sí? –contesté tosiendo.
..-Mira, le llamamos para confirmar una cita que tiene la semana que viene con el médico.
..-Sí, sí, lo recuerdo.
..-Vale. Es en la consulta 4, con el Doctor Del Toro. A las 11 y media.
..-Allí estaré.
..-Gracias. Hasta pronto.
..-Mira, le llamamos para confirmar una cita que tiene la semana que viene con el médico.
..-Sí, sí, lo recuerdo.
..-Vale. Es en la consulta 4, con el Doctor Del Toro. A las 11 y media.
..-Allí estaré.
..-Gracias. Hasta pronto.
..-Gracias a usted.
..-Adiós.
..-Ciaao.
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..-Ciaao.
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..Después de ir al baño desayuné un par de tostadas con aceite, sal y tomate. Y un zumo de naranja. Y leche. Un buen desayuno es importante para un día movidito. Y más a mi edad.
..Como pensaba que quizás después de la comida no podría darle a la novela me puse a ello.
..Como pensaba que quizás después de la comida no podría darle a la novela me puse a ello.
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…descubrió que su novio le había puesto los cuernos con una chica de clase baja de la ciudad. La chica lo había contado entre sus amistades y al final la historia terminó llegando a sus oídos. La verdad es que no es que él estuviera enamorado, pero sí que echaba de menos la pasión de una nueva relación y todas esas cosas que se hacen al principio experimentando y conociéndose a fondo y después se abandonan como esta sociedad abandonó la religión. Ella se planteó dejarlo, pero como él se lo confesó y le dijo que iba a cambiar y parecía sincero, le dio otra oportunidad. Él, que no sabía exactamente qué tipo de sentimientos tenía hacia ella, sí que sabía la necesitaba y sentía la obligación de seguir con ella y la incipiente familia que estaba naciendo. Aunque eso tampoco lo era todo, el chico no trabajaba ni buscaba con demasiado ahínco un empleo con el que mantener una casa y ser autosuficientes. Se dejaba llevar por exuberancia de la juventud y eso no le dejaba avanzar. Así las cosas, Covadonga observaba la estela que iba dejando su vida e intuía un futuro muy negro.
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…descubrió que su novio le había puesto los cuernos con una chica de clase baja de la ciudad. La chica lo había contado entre sus amistades y al final la historia terminó llegando a sus oídos. La verdad es que no es que él estuviera enamorado, pero sí que echaba de menos la pasión de una nueva relación y todas esas cosas que se hacen al principio experimentando y conociéndose a fondo y después se abandonan como esta sociedad abandonó la religión. Ella se planteó dejarlo, pero como él se lo confesó y le dijo que iba a cambiar y parecía sincero, le dio otra oportunidad. Él, que no sabía exactamente qué tipo de sentimientos tenía hacia ella, sí que sabía la necesitaba y sentía la obligación de seguir con ella y la incipiente familia que estaba naciendo. Aunque eso tampoco lo era todo, el chico no trabajaba ni buscaba con demasiado ahínco un empleo con el que mantener una casa y ser autosuficientes. Se dejaba llevar por exuberancia de la juventud y eso no le dejaba avanzar. Así las cosas, Covadonga observaba la estela que iba dejando su vida e intuía un futuro muy negro.
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..RIIIIIIING RIIIIIIING RIIIIIIING RIIIIIIING –sonó otra vez el teléfono.
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..-¿Sí? ¿Quién es?
..-Ahora tenemos la comida.
..-Ahora tenemos la comida.
Etiquetas: Absurdrealismo, alcohol, bohemia, Bukowski, Existencialismo, Generación de la Primera Crisis Siglo XXI, literatura, Nueva narrativa gaditana, Relato
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