LA MUERTE DE LOS CORSARIOS

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Era una noche oscura, una noche de nubes gris polvo en el cielo, una noche que haría temblar a cualquiera. A las afueras de la Mansión Caldwell se agolpaba una muchedumbre enfurecida que exigía a la familia que saliera a dar la cara por la injusticia cometida esa misma tarde con uno de los habitantes más queridos del pueblo. Cinco horas antes, Kraulin Kimpkin había sido arrollado por el caballo que montaba el señor de esas tierras, el cual, en vez de pararse a auxiliarlo, había seguido sin inmutarse. Cuando lo hizo no sabía las consecuencias que traería.

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..-¡¡SALID, COBARDEEEES!! –gritaban decenas de aldeanos agitando palos ardiendo en sus brazos levantados y lanzando piedras contra la mansión.

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..Mientras tanto, dentro de la casa:
..-¿Ha visto la que hay formada abajo, Señor Caldwell?.....–preguntó uno de los criados al jinete aciago.
..-Cómo no oírlo, Calisto, sus voces rugen en la noche.
..-¡¿Y qué piensas hacer, Bruce!? –dijo alarmada su esposa mientras sus dos hijos, Jeanny y Michael, se abrazaban a ella con gesto de horror.
..-No lo sé, piden justicia y deben tenerla. Lo justo es que salga y dé la cara, Bruce Caldwell siempre responde de sus actos.
..-¡Ay, querido, ten cuidado! –le dijo su mujer besándolo y estrechándolo entre sus brazos.
..-Niños, dadme un beso.
..-Que tenga suerte, Señor Caldwell.
..-Lo mismo te digo, Calisto.

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..Entonces, tras la despedida, fue a la planta de abajo, respiró hondo y abrió la puerta.

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..-¡¡¡HIJOPUTAAAA!!!
..-¡¡CABRONAZOOO!!
..-¡MALVADO! –eso y muchas otras cosas se escuchaban cuando salió el noble señor.
..-Hola, caballeros, he sabido por el alboroto que requerían mi presencia. ¿Qué es lo que quieren de mí? ....–comentó sin inmutarse Caldwell.
..-Usted ha matado a Kraulin Kimpkin –le acusó su gran amigo Eddie Jackson. Detrás la mujer y los tres críos del fallecido lloraban desconsoladamente.
..-No sé de qué me está usted hablando.
..-Sí, usted lo arrolló con su caballo y poco después murió. Él nos lo dijo y esta mujer que estaba junto al camino ha corroborado su testimonio.
..-Sí, es verdad, yo vi como lo atropellaba.
..-Pues no me di cuenta. De todos modos estoy dispuesto a acatar el castigo que merezca. Si no recuerdo mal si un noble mata de forma accidental a un plebeyo debe pagar 100 monedas de plata y dos terneros a la familia y cubrir los gastos del entierro. Yo lo haré sin problema. Cuando se juzgue el caso no tendré ningún problema en cumplir mi pena –dijo el asesino sin ningún tipo de remordimientos ni humanidad.

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..-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!!

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..Poco después de terminar de “asumir su culpa” una lanza atravesó el cuello del despiadado señor. Las masas enfurecidas chillaban ante el ya cadáver de un opresor que por fin había expiado su culpa. Eso es lo que deberían hacer en esta época los agraviados que buscan justicia con manifestaciones, reuniones con los ministros y todo tipo de acciones democráticas pero inútiles. Si quieres que alguien tenga lo que debe, hazlo tú mismo. Entérate, la ley no está para hacer justicia.