Los Flying Congrios

Publicación de relatos y poemas

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Lugar: Cádiz, Andalucía/Cádiz, Spain

Pescador de Congríos nacido en la antigua Mileto en el año 2000 de la era de John Lennon.

viernes, 26 de noviembre de 2010

GOLONDRINOS KOALAS MUTANTES ASESINOS

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Empecé la universidad dando tumbos y acabé dando volteretas. Me gastaba todo lo que tenía en whisky y en libros de segunda mano, no iba a comprar comida, mi madre me daba una tortilla de patatas pero no me daba una botella de J&B. Siempre me han dado pena las mujeres, no porque les fuera mal, sino por las ilusiones que tenían, así me ha ido, nunca las he podido defraudar y han hecho conmigo lo que han querido. Me fui a estudiar Biología a Córdoba, podía hacerlo en cualquier universidad pero me fui allí porque mi novia entró en Veterinaria en la UCO, total, ya había perdido un año esperándola cuando no le dio la nota de selectividad y, aun habiendo aprobado, me quedé preparándola con ella. Nunca había tenido mucha suerte con las chicas y mis padres apoyaron al cien por cien mi decisión, aunque con lo del embarazo era diferente. Sí, Laura se había quedado en estado.
....Estábamos en tercero, yo bebía mucho por esa época y Laura… Laura no sé en qué pensaba. Y que conste que no le estoy echando la culpa a ella. Yo estudiaba también un segundo ciclo, Ciencia y Tecnología de los Alimentos, y estaba hasta arriba. Pese a ello, me dedicaba a especializarme en el Realismo mágico sudamericano y el Realismo sucio, ya no solía leer libros, que no fueran de poesía, de autores españoles. Ya había leído a García Márquez e Isabel Allende y estaba leyendo toda la obra de Bolaño y Cortázar; me decantaba por el primero, pero esto se debía sobre todo a las narraciones cortas, creía que las novelas de Cortázar eran superiores y tenía un mayor dominio del lenguaje, mas me resultaba aburrido y pedante, de ahí mi elección. Sus libros los sacaba de la biblioteca de la facultad de Filosofía y Letras, pero del Realismo sucio no encontraba casi nada, lo había leído todo de Bukowski gracias a Anagrama, lo que no conseguía eran las obras de autores menos “populares”. En la biblioteca de filosofía no abundaban las libros de autores extranjeros, los traducidos, y mi dominio del inglés no era el suficiente para leerlos en su lengua materna. De Hemingway encontré lo principal (“El viejo y el mar” y “Por quién doblan las campanas”), pero me estaba costando la misma vida conseguir las obras de Cheever y Fante, había mandando pedir “Pregúntale al polvo” y, al parecer, la edición estaba agotada. Me vi buscando por las librerías ejemplares descatalogados y, encima, con lo de las dos carreras y un hijo en camino, no sabía cómo abordar el tema. El de la literatura, y menos el de la criatura. La cosa no pintaba nada bien.


....Ese año Laura y yo compartíamos piso. Una noche llegué a casa y me preguntó:
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....-¿De dónde vienes, Johny?
....-He estado por ahí un rato con Manuel y los colegas.
....-Ah, habrás sido bueno, ¿no?
....-Sí, claro.
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....Nos miramos sin saber qué decirnos y nos comimos cada uno media pizza de champiñones y unas patatas. Terminamos y me dijo que estaba muy contenta de que yo la quisiera tanto y estuviera a su lado, que no sabía qué sería de ella ni si soportaría que nuestra relación fracasara. «No te preocupes», le contesté yo. Ella sospechaba algo.
....Mi padre me había buscado un trabajo relacionado con lo mío para el año siguiente y lo tendría que compaginar con los estudios y eso, ya con el niño en el mundo, sería el final de mi vida disoluta, por lo que estaba exprimiendo con juergas y rollos con varias chicas lo que me proponía que fuera lo último.
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....-¿Qué piensas? –me preguntó viendo que meditaba.
....-Nada, nada –la abracé apretando su cabeza en mi hombro y besando su pelo. Ella miraba hacia arriba con un gesto entre susto y sorpresa.
....-Anda, vámonos a la cama.
....-Sí –le dije poniéndome las zapatillas y cogiendo el paquete de tabaco. Mientras Laura se lavaba los dientes yo fumaba un cigarrillo apoyado en el respaldo de la cama y la manta tapándome las piernas.
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....Laura volvió del baño y apagué el cigarro en el cenicero que estaba en la mesilla. Hicimos el amor y fue una de las veces con más magia, electricidad, pasión, dulzura, morbo y excitación que he experimentado. Después caímos rendidos.

....El día siguiente, al salir de las clases, fui a una librería de segunda mano que hacía tiempo que no visitaba. No encontré ninguna de las lecturas que tenía planeadas pero encontré un par de antologías de Chéjov y Kavafis a muy buen precio; cualquier libro de un genio de la literatura era bien recibido. Esa tarde llegué a casa y Laura me estaba esperando con un bizcocho de limón. «Mira lo que he hecho», me recibió con el bizcocho en las manos. Ella sabía que yo era muy goloso y un minuto después me lo estaba tomando con un tazón de leche. Nos sentamos en el salón y encendimos la tele, leí en voz alta unos poemas de Kavafis sobre la voluptuosidad, los cafés y la mitología y Laura me miraba sonriente y complacida aunque yo sabía que mis lecturas y mis rollos no le importaban gran cosa, pero ella se veía feliz y eso era lo importante. Era como cuando le preguntaba sobre poner un punto o una coma en tal o cual poema, que cómo le parecía mejor, simplemente me respondía por compromiso, seguro que pensaba que era una tontería, y puede que lo fuera, si estaba bien de una manera y de otra por qué darle vueltas, pero ese es el problema del arte, no es como muchas otras disciplinas –mucho más prácticas– en las que la forma no es tan relevante.
....Sonó mi teléfono y lo cogí, Laura me miró con esa cara de perrito abandonado que ya estaba empezando a odiar.
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....-Ah, que habéis quedado a las 12, ¿no? Vale, vale –contesté a Alf, que me proponía un buen plan para esa noche. Íbamos a salir por la zona del Correo y ya avanzada la madrugada iríamos a alguna discoteca. Además de Alf y Mike también estarían Rebeca y Mari, una chica con la que en esos tiempos estaba teniendo una “historia”, o sea, que muchas noches acabábamos follando tras las salidas.
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....Me abracé a mi chica y vimos un programa de viajes, nos acariciábamos y hablábamos de los países que visitaban. Cuando un poco después me avisó de que iba a preparar unos macarrones para cenar le comenté que esa noche saldría un rato con Mike, que era el que mejor le caía.
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....-Si te vas ahora por ahí y me dejas a mí aquí no vas a estar más conmigo –me lanzó un ultimátum.
....-No saldré –le contesté decepcionado.
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....Tenía ganas de ver a Mari y supongo que ella también a mí, no era una chica con suerte y estaba muy ilusionada con “lo nuestro”. Esa noche me llamó varias veces y no lo cogí. Me acosté pensando en eso y no se me fue de la cabeza ni cuando Laura se puso sobre mí antes de dormir.

....Desayuné y me largué a la universidad, por la mañana la carrera y por la tarde el segundo ciclo de Tecnología de los alimentos. «Supongo que esto lo recordarán de la asignatura de Biología molecular, era muy sencillo, recuerdan lo que pasaba cuando unas cadenas de…». Tras las clases de José Luis Caballero y el catedrático Manuel Tena y unos cigarrillos en los descansos y microbiología por aquí y genética por allá, que si cromosomas, que si ADN, me tomé unos sándwiches que Laura me había preparado en el patio y una coca-cola que compré en la máquina junto a la cafetería.
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....-¿Qué haces ahí solo, Johny?, vente con nosotros –me dijo Ana, una chica que había empezado conmigo la carrera y estaba también en Tecnología de los alimentos.
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....Fui hacía ellos.
....Con ella estaban Félix, que también estudiaba nuestra carrera y, aunque no era un mal tipo, era de esas personas que te dan asco, era un pijo enfermizo con modales de burguesía acomodada y polo de rayas, y Marussia, una rusa que estaba de Erasmus en nuestra facultad y compartía piso con Ana.
....Me senté en el banco que tenían enfrente.
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....-Pues ahí estaba comiendo y esperando a las clases de la tarde. Hola –saludé a Félix–. Holaa –dije con voz más dulce a la chica extranjera agitando suavemente mi mano.
....-Bueno, pues ya te quedas aquí, ¿no?
....-Sí, claro.
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....Aunque Félix fuera un imbécil Ana era una chica interesante, me habló de la última película de Milos Forman que había visto y yo le enseñé unos versos de Cernuda que había leído en el autobús, decían que la apariencia del viento son las hojas que arrastra, contestó que le parecía bonito y me preguntó si los poetas y los filósofos escribían esas cosas sin pensarlas o las meditaban mucho antes. No supe qué contestarle.
....Yo siempre había sido un diletante, pero ante la presencia de personas con las que no tenía la suficiente confianza no me gustaba explayarme. Me fumé un cigarrillo y subimos a la clase. Félix se quedó allí intentando ligar con la rusa. «Esta noche podemos acercarnos a un bar muy guapo que conozco, está por aquí por el centro». «Esta noche yo no puede». No parecía irle muy bien.
....Cuando íbamos hacia el aula me encontré a Fernando y me paré con él, Ana se adelantó un poco y pude comprobar que tenía un bonito trasero. Fernando me contó los proyectos que estaba llevando a cabo, tenía un puesto relacionado con la cultura, organizaba eventos, conciertos, exposiciones y cosas así. Entramos en clase y mientras el profesor Ramos, Pepe Ramos, explicaba la física y química de determinados alimentos, me quedé medio tieso, cuerpo en silla, mente en el espacio exterior, ovejas saltando vallas, un golazo en el Camp Nou y celebración abrazado a Rivaldo… Estaba medio dormido cuando Pepe Ramos nos habló de la conservación de la carne, soñaba que me comía un cochinillo entero y después un kebab. No sé qué de unas toxinas o unos virus o unas bacterias y llegó el descanso y salí a fumar un cigarrillo, todos hablaban de contaminación bacteriana y micótica pero yo le hablaba a Van Gaal para que me alineara.
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....-Estoy supercansado –comenté en el corro que se formó en el pasillo–, hoy me voy a acostar en cuanto llegue a mi casa.
....-Jajajá, qué flojo –rieron algunos y el nuevo profesor entró en la clase y, al ritmo que se iban acabando los cigarros, la gente volvía a sus sillas y yo volvía a la cúpula del Duomo de Florencia y a los punteos Chuck Berry y los solos de Charlie Parker y la voz aterciopelada de Elvis, y mi menda los acompañaba al bajo en la más grande sala de conciertos que yo haya visto y para acabar el espectáculo me ponía de rodillas frente al público y les dedicaba un rápido de movimiento de dedos que producía una cascada de notas y de ritmo y ellos, ante mi brillante ejecución, me jaleaban y animaban y yo sacudía la cabeza de un lado a otro sin dejar de solear. De vez en cuando echaba una miradita al profesor con cara de atento y hacía como el que apuntaba algo en el cuaderno, pero qué va, estaba más con Morfeo que con cualquier cuestión relacionada con las operaciones básicas en la industria alimentaria. Casi ni me di cuenta cuando acabó la clase, lo percibí porque la gente empezó a abandonar sus asientos y, entonces, dejé mis gestas en el deporte, la música y otras aventuras y regresé al Planeta Tierra y puse rumbo a mi casa. En el autobús fui leyendo “La realidad y el deseo” como tenía por costumbre desde la semana anterior.
....Al bajar del autobús sonó mi teléfono. Era Mari, que si no salía esa noche con ella le diría a Laura que habíamos tenido algo, le contesté que me daba igual, que le diría que era mentira y no la creería, pero al final acabé cediendo. A las 12 nos veríamos en El Correo.
....Ahora tocaba decírselo a Laura. En cuanto llegué le conté que tenía que hacer un trabajo muy importante para una asignatura, había quedado con un compañero y lo teníamos que entregar al día siguiente, tendríamos que estar toda la noche, ni siquiera podría ir a dormir, lo íbamos a hacer en su casa porque allí había Internet. No le convenció demasiado. Cenamos unos huevos fritos con patatas y una ensalada de tomate. Terminada la cena vimos un rato la tele en el sofá y cuando llegó la hora me marché.
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....-Sé bueno –me despidió ella. Me decía eso siempre que salía de “fiesta”.
....-Sí, sí –le contesté y cerré la puerta. Era una noche húmeda, demasiado húmeda para una ciudad como Córdoba. Recorrí a pie la distancia que me separaba del Correo y fue llegar y coger una cerveza que me pasó Alf y encender un cigarrillo y Rebeca y Mari aparecieron al poco y también estaba por allí Mike; a Manuel nos lo encontramos una hora después hablablablando, balbuceando y tomándose la que debía ser, al menos, su décima copa, su boca se doblaba y su cuerpo caía hacia un lado.
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....Mari y yo no teníamos conversaciones normales, nos movíamos en un plano superior y místico, nos alejábamos de lo terreno, nos embarcábamos en viajes sin retorno, nos cargábamos de alcohol y nos entendíamos, sabíamos de qué estábamos hablando, sentíamos juntos ese impulso que es la vida, que a veces no podemos controlar. Mari era una chica sin suerte, estaba un poco loca pero era inteligente. Yo también me merezco una oportunidad, me contó Alf que ella me había dicho en una noche loca y yo le había contestado que se la daría, que estaba dispuesto a intentarlo con ella. Estaba en un aprieto. Y Manuel que un chupito de tequila más, que si unos de vodkas negro, que otra cerveza por allá y al final a la plaza de enfrente a bebernos lo que quedaba del whisky que las chicas tenían guardado en la moto. Y fue irse las dos con una chavala con trenzas, Jenny, que había llegado con Manuel, y quedarnos nosotros en la plaza berreando canciones de Héroes del silencio y rompiendo botellas a pisotones e irrumpir la policía y decir: «¡¿qué estáis haciendo?!», y meterme en el furgón y a comisaría.
....Me sacaron del coche y en cuanto estaba dentro “su casa” me pegaron unos cuantos guantazos y me metieron en el calabozo.
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....-Coge una colchoneta y una manta de esas –me dijo el agente que me llevaba, señalando un cuarto oscuro en el que estaban todas amontonadas. Ambas parecían sucias y viejas y le contesté que no las quería.
....-Yo las cogería, vas a pasar ahí bastante tiempo y te van a venir bien –me volvió a decir y esa vez le hice caso.
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....Al principio estaba solo en el calabozo. Cuando me aburría gritaba: ¡un cigarro! No ha visto éste películas, comentaban mis “carceleros”. Después de un rato metieron conmigo a un hombre de unos cincuenta años al que habían detenido por algo relacionado con un accidente de tráfico. El tipo tenía el pelo gris y lucía en los bíceps y las muñecas unos tatuajes hechos de forma rudimentaria. Era bastante barriobajero y, según me contó, había sido toxicómano, pero parecía buena persona. Lo único que nos distraía era hablar y José, que así se llamaba, me estuvo contando su vida, trabajaba de jardinero en el ayuntamiento de su pueblo, aunque el tema principal fue lo cabrones que eran los policías, rajábamos de ellos sin parar, no teníamos otra cosa que hacer. Ese día no salimos de allí, excepto en un par de ocasiones, para ir a unas infectas letrinas. Dos veces nos llevaron de comer y apenas logré probar un bocado del pequeño pan con butifarra y los macarrones que me pusieron por delante, la comida de la nevera que tirábamos en mi casa tenía mejor aspecto incluso ya en la basura. «Por lo menos esto me ayudará a inspirarme, como a Cervantes, o a escribir mi Mein Kampf, puff… qué gilipolleces, estoy desvariando», pensaba.
....Pasé todo lo que pude durmiendo y la mañana siguiente ya no tenía resaca pero me dolía un poco el hombro, los cabrones esos me habían pegado bien, sabían cómo golpear con sus porras.
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....-Ufff… tengo unos golondrinos que parecen koalas mutantes –me dijo mi compañero al despertar.
....-Eso debe joder.
....-Sí, son unos asesinos.
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....Se abrió la puerta y me subieron para hablar con mi abogado, que tenía cara de preocupación, llevaba mi caso y el de mi compañero y no los veía nada claros. Te quieren meter cuatro años por atentado y resistencia a la autoridad, me dijo. Que aunque se lo hubieran inventado todo y no hubiera hecho nada tenía todas las de perder. Había incluso un agente con lesiones provocadas por “mis golpes”. No me lo podía creer pero era así. De todos modos esa tarde me llevaron al juzgado de guardia y tras unas negociaciones con el juez me dejaron libre a espera de juicio.
....En cuanto quedé en libertad empecé a andar en dirección a mi casa sin saber cómo contarle todo a Laura. Encendí el móvil (al meterme en el calabozo me lo habían quitado y lo apagué) y me llegaron numerosos mensajes de llamadas perdidas, había alguno de Laura pero la mayoría eran de Mari. Ni dos minutos después el teléfono sonó. Era ella. Lo cogí.
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....-¡¿QUÉ, QUÉ HAS HECHO QUÉ?!
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....Al enterarse de mi detención Mari se había puesto a indagar. El amante de su madre era policía y había averiguado qué agente había declarado en mi contra. Justo después le quitó la pistola y lo asesinó.
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....-¡¿Y encima esto?!
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....Sin haber digerido aún lo del asesinato me soltó que el día anterior se había hecho unas pruebas de embarazo y habían dado positivo.
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....-¿Cuándo vas a venir a verme? –me preguntó como si no hubiera pasado nada.
....-No sé… –contesté y colgué. No sabía qué hacer. Apagué el teléfono y fui al ordenador de la biblioteca y escribí todo esto, no tendría valor de contárselo a mi familia cuando llegara el momento.

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