EMPIEZA OTRA VEZ
Brisa del Mar y Johny se habían conocido mediante los anuncios de contactos que ponían de madrugada en un canal local de televisión. Johny había visto el anuncio de la mujer, había llamado a un número y le habían proporcionado su teléfono. Entonces, se decidió a marcar los 9 dígitos y hablar con ella.
-¿Sí?
-¿Hola?, ¿Brisa del Mar?, te llamaba por el anuncio de la tele.
-Ahh, sí, ¿cuál es tu nombre?
-Johny, me llamo Johny.
-Tienes una voz muy bonita, Brisa del mar.
-Ohh, gracias. Llámame Brisa. ¿Y qué?, ¿cómo es que me has llamado?
-Pues me gustó mucho lo que decías en tu anuncio de que buscabas un hombre que acariciara tu cuerpo como el viento marino. Me pareció muy poético.
-Poético, sí sí, jeje –dijo la mujer.
-Me gustaría besar tus labios, pasar por ellos mi lengua y morderlos después flojito –dijo Johny.
-Uhmm, me gusta. Sigue.
-Después acariciaría tu cuello y lo besaría, mordiéndolo también suavemente. Luego tus hombros.
-Bien.
-A continuación pasaría suavemente mis manos por tu espalda, bajando hasta la zona lumbar.
-Vas mal, eso no me gusta. Empieza otra vez.
-Vale. Te beso en los labios y después te muerdo suavemente el cuello. Voy bajando hasta tu pecho y lo lamo con deseo. Después, con tus pezones duros, sigo bajando con mi lengua por tu torso hasta llegar a tu barriga. La recorro entera hasta llegar al pubis. Te quito las bragas y empiezo a rozar con la punta de mi lengua tus labios mayores.
-Uhmm, sí, esto sí me gusta. Ahora vas bien. Te pones muy bien en situación –dijo Brisa del Mar con erótica voz–. Sigue.
-Una vez ahí abajo, te lamería de abajo a arriba y empezaría a lengüetear tu clítoris. Primero lento. Cada vez más rápido. Abriría un poco más tu coño y empezaría a chupar dentro y fuera moviendo con insistencia mi lengua, atrapando tus labios menores con mis labios y empezando a trabajar dentro y fuera sin parar, sólo haciendo de vez en cuando movimientos más lentos pero también más intensos.
-Hmm, sí, te siento.
-Me volvería loco moviendo mi lengua por dentro sin parar de lamer y cuando tu coño estuviera vibrando de gusto sacaría mi polla y la introduciría en él.
-Oh, sí.
-Ya la tendría larga y dura, y en ese estado de erección la frotaría por el exterior de tus labios vaginales. Después la iría metiendo poco a poco con suavidad y empezaría con movimientos hacia dentro y hacia fuera.
-UHHMM, sí, chico, me gusta… ¿y qué más?
-Pues te besaría en los labios y en los hombros y el cuello mientras te metía la polla cada vez más hasta el fondo y apretando más. Te agarraría por el trasero con firmeza pero de manera delicada y empujaría para estrecharnos al máximo los dos y nuestros cuerpos cavernosos.
-…¿Y qué más?
-Seguiría en la misma línea. Te haría de todo. Me perdería en tu cuerpo.
-Bueno, me has dejado bien caliente, muy calentita, te pones muy bien en situación.
-Jeje, gracias. Pues cuando quieras quedamos y te hago todo eso y más en persona. Yo ahora estoy disponible.
-Yo me tengo que ir, ya hablamos en otro momento por aquí. Llámame otro día si quieres.
-¿Qué pasa?, ¿me estás dando largas?, ¿no te ha gustado la conversación?
-No, no es eso, sí que me ha gustado, pero es que tengo que irme. Además, me gustaría repetir esto, y ya sabes lo que dicen, que cuando te acuestas con un hombre ya no lo vuelves a ver, desaparece. Y te puedo decir por experiencia que suele ser verdad.
-No sé, puede que todos los tíos seamos unos cerdos, puede que sí, alguna vez lo he pensado.
-Bueno, entonces ya hablamos otra vez, adiós, Johny.
-Hasta otra, Brisa –se despidió él.
Johny colgó y se sentó en el sofá. Abrió una cerveza y encendió la tele. Había un programa comercial que anunciaba un aparato para hacer abdominales. La pantalla se puso borrosa y él se acercó y golpeó el aparato. La imagen volvió. Todo seguía su curso.
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