LA FIEBRE DEL ORO EN KLONDIKE
El pequeño Jimmy limpia cada día las botas de decenas y decenas de tipos que salen de sus trabajos o que van a hacer negocios con los empresarios del lugar. Desde que hace algunos años la Cámara de Comercio de Tampa consiguiera que las operaciones de manufacturado de tabaco se trasladaran desde Key West hacia allí, la ciudad vive una época de prosperidad. Él, que se quedó huérfano al poco de nacer, ayuda a su madre como puede trabajando todo el día. Ella cose para la gente de la ciudad pero lo que gana no es suficiente para mantenerse. A pesar de todo, el muchacho es feliz y juega con los chicos que viven junto a ellos en las barracas de madera que hay a las afueras de la ciudad.
..-Mamá, tranquila, que cuando sea mayor conseguiré mucho dinero, compraré un rancho y a ti te pondré al mando de un taller de costura –le dice a su madre por las noches.
..-Ay, Jimmy –le contesta ella mientras se abrazan acurrucados en su lecho de paja.
..Él no pierde la ilusión y eso le permite seguir adelante, trabajando a destajo como limpiabotas o en lo que encuentre. Siempre anda de un lado para otro. Ahorra hasta el último centavo que no necesitan para comer. Así pasan muchos meses.
..-¿Cómo van las cosas, renacuajo? –le pregunta Steve Greenstock, un joven arrogante que aspira a ser alcalde, mientras él le abrillanta las botas.
..-Bien, estoy ahorrando para iniciar una expedición en la que ganaré mucho dinero. El suficiente para comprar un rancho y poner un taller para mi madre.
..-JAJÁ, si tú haces una expedición en la que consigues dinero para comprar un rancho, yo te abrillantaré las botas –le dice Steve.
..-Ya lo verás, iré al norte y encontraré mucho oro.
..-Jejé, fantasías de críos, tú sigue soñando que tampoco es malo –le contesta Steve mientras le frota la cabeza antes de darle una buena propina por su servicio. En el fondo le tiene mucho cariño, le da pena que un chico tan joven trabaje tanto y tan duro.
..-Bueno, a mí me da igual, yo voy a ir a buscar oro y volveré rico.
..-Jajá, qué cosas tienes –le contesta su amigo Silly–. Eso no es tan fácil, si no todo el mundo lo haría.
..-No sé lo que hace todo el mundo, pero yo lo voy a intentar con toda mi alma y no cejaré en mi empeño.
..-Eres un iluso…
..Cuando está en el lecho con su madre, le dice:
..-Ay, hijo, es bonito que sueñes, así se vive mejor.
..-Mamá, que no es un sueño, te aseguro que no falta mucho para que llegue el día en que nos sentemos a la mesa con una vajilla de plata y nos sirvan faisán.
..-Jimmy…
..Un poco más pronto que de costumbre, Jimmy se despierta, besa en la frente a su madre y parte con su hatillo hacia el camino por el que empezará su ruta. Los primeros momentos son duros, cuando llega la tercera jornada casi no ha comido, apenas unos frutos silvestres. No encuentra nada a su paso por duros carriles polvorientos. El cuarto día no puede aguantar más el hambre y se come a un búho al que mata a pedradas. Le cuesta tragar los trozos de carne cruda, pero hace un esfuerzo y, entre arcada y arqueada, algo traga.
..Tras varios días más de camino, encuentra una diligencia que por 70 dólares lo llevará a Minnesota. Una vez allí está casi dos semanas esperando a que parta una expedición que se dirige a la región del Klondike. Después parte rumbo hacia su fortuna con una cuadrilla de ocho hombres que van en busca de oro. Cada uno tiene un oficio, que desempeñará cuando estén en las tierras heladas en que buscarán el preciado metal. Hank Miller es carpintero, Andy Jackson cocinero, Johnny Mitchels un contrastado minero… En un principio los tipos son reticentes a que Jimmy forme una sociedad a partes iguales con ellos.
..-No sé –le contesta Andy, que le tiene mucho afecto–, creo que el crío se merece una oportunidad.
..-Así me gusta, chico, a pesar de todo tienes cojones, no te rindes fácilmente. Admiro a la gente así.
..-Además, estoy dispuesto a trabajar duro y aprendo rápido, puedo hacer tanto como los demás.
..-¿Veis? Os dije que no nos iba a defraudar –comenta Andy.
..-Sí, jejé.
..Una madrugada, cuando empieza a salir el sol, el muchacho ve unas tierras al este que le impresionan.
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..-Johnny, ¿has escuchado lo que ha dicho el chico? –pregunta el cocinero al contrastado minero.
..-No sé, está zona del Klondike aún no ha sido muy investigada, apenas tenemos información sobre ella, sería un riesgo muy grande.
..-Yo creo que deberíamos seguir el presentimiento del chico, es nuestra buena estrella –insiste Andy.
..-Yo lo veo arriesgar demasiado el futuro de la expedición. Pero si todos estáis de acuerdo…
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..-¡No me lo puedo creer! –dice el minero cuando ve que Jimmy porta en sus manos unos considerables pedazos de oro que ha sacado de debajo del musgo.
..-¡Qué guapo estás, hijo! ¡Y qué mayor! ¡Ya eres todo un hombre!
..-Tú sí que estás guapa, Mamá.
..-Pues bien. La Señora Mason se ha ido a vivir a Nueva York, Silly está trabajando en la fábrica de tabaco y Janie viene a verme de vez en cuando. Ahh, y Steve Greenstock ya es alcalde.
..-Siempre supe que lo conseguiría.
..-Pues aquí estoy para que me abrillantes las botas. Conseguí un millón de dólares con el oro y he comprado el rancho del viejo McKinley. Pronto montaré allí un telar para mi madre. Esta noche le invito a cenar, Señor Alcalde. Pero ahora, toma, lo prometido es deuda –dice Jimmy alargándole betún y un trapo.
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