-A ver, mañana es el último día para traer la autorización firmada para la excursión a la granja. El que no la traiga el viernes no va a la excursión, eh.
-No os olvidéis.
..Era la clase de cuatro años.
..El día siguiente todos los niños que faltaban llevaron la autorización.
..Entre juegos, risas y carreras llegó el viernes y con él el día de la excursión. Los chicos estaban muy emocionados por ir a la granja-escuela, estaban muy excitados. Los padres los dejaron en el patio de la escuela y la Señorita Mari Carmen empezó a contarlos:
-Palmira… Juan Diego… Antonio Bernal… Antonio Crespo… Adrián Cuello de Oro… María Delgado… Ainhoa… Victoria… Aroa… Alejandro… Marta… María Martín… Yeray Pilas… Adrián Rivero… Yeray Sánchez… –así hasta llegar a 23. La Señorita Loli, la Señorita Asunción y el resto de las profesoras de las otras clases hicieron lo mismo.
..Allí estaba también Sor Cristina, una de las monjas que vivía en el colegio. Tenía unos ochenta años. Ella llevaba el tema económico y trataba con los padres. Despidió a los niños:
-Sed buenos, pasadlo bien.
..Después todos los niños fueron llevados por sus profesoras a dos autobuses que había cruzando un arquito cerca del colegio. Los niños iban todos de la mano. Ya empezaban a cantar canciones recurrentes y a coger la comida que llevaban en sus mochilas. Aitana y María Martín charlaban y reían con complicidad.
-Yo traigo un bocadillo de tortilla –dijo María Martín.
-Yo tengo un sándwich de Nocilla –le respondió su amiga.
..Justo antes de llegar al autobús, Yeray Pilas dijo de modo cantarín:
-¡Vamos pa´ la granja escuela y me voy a comer un bocata de chóped!
..Los niños de las cuatro clases que iban subieron a los dos autobuses. Arrancaron y salieron. En el que iba la clase de la Señorita Mari Carmen los niños iban entonando las típicas canciones que se cantan en las excursiones.
-¡Hemos ganao
la copa del meao
los que han perdío
se la han bebío!
–gritaban los alumnos de la Señorita Asunción porque el día anterior les habían dado el premio a la clase más limpia del colegio.
..En las filas de atrás los niños mayores empezaron a cantar letras que contenían palabrotas. La señorita Asunción les llamó la atención:
-¡Niños, no digáis esas cosas! –dijo en voz alta.
..Mientras tanto el autobús continuaba el trayecto. Llevaban aproximadamente 40 minutos de viaje cuando dos niños llamados Abraham y Mario empezaron a decir:
-¡Qué peste!
-¿Quién se ha peío? ¿Tú te has cagao?
..Juan Diego, otro chico de la clase de cuatro años, le dijo con timidez a la Srta. Mari Carmen:
-Seño, que me cagao.
-Jajajaja –rieron muchos de los niños y niñas.
..Unos tres cuartos de hora después el autobús se metió en un carril. Al final de éste había un terraplén cercado por una valla de madera. Justo en el centro tenía una entrada de unos 7 metros de ancho. El autobús se metió en el terraplén. Paró y los profesores y los niños empezaron a bajar. Eran las 10 y cuarto. En aquel lugar debían esperarles los monitores de la granja. Pero no estaban. Pasaron 10 minutos y no aparecía nadie.
-Qué raro que no estén aún aquí los chavales de la granja –dijo la Srta. Loli.
-Sí, ya deberían estar por aquí –dijo la Srta. Mari Carmen.
-Bueno, vamos a entrar en este establo que hay aquí enfrente –dijo la Señorita Asunción, y entraron en un establo muy alto que había frente a ellos.
..Nada más entrar, notaron que los animales tenían un comportamiento extraño. Emitían sonidos raros y tenían la mirada perdida. No había rastro de los encargados por ningún lado. Entonces, la Señorita Mari Carmen notó que faltaba Juan Diego.
-¿Juan Diego? –gritó.
-¿Dónde está Juan Diego? –le dijo a Adriana.
-No sé, seño.
-¿Vosotras lo habéis visto? –les preguntó a María Martín y Aitana, dos amigas-hermanas que jugaban mucho con él y que decían que eran sus novias.
-Nooo –le respondieron éstas–, ¿dónde está?
-No lo sé, lo estoy buscando.
..De pronto apareció Juan Diego.
-AAehhh –profirió la criatura.
-Menos mal que apareces, Juan Diego, hay que ver el susto que nos has dado –dijo la profesora, que no se extrañó de que emitiera esa sonido porque a pesar de tener 4 años el niño aún no hablaba muy bien.
-AAehhh –volvió a proferir el niño con voz gutural.
-Juan Diego, deja de hacer tonterías. A ver si hablamos mejor, que ya eres muy mayor –le dijo la Señorita mientras él se acercaba con ademán de darle un abrazo.
..María Martín, que ya se había dado cuenta de lo que estaba pasando, gritó:
-¡Noooo, Señoo, que es un zombi!
Pero ya era demasiado tarde.
-¡Ay, Juan Diego! ¡Me has mordido! –vociferó la Srta. Mari Carmen. E instantes después también era un zombi.
..Viendo esto, los demás niños empezaron a correr despavoridos. María Martín, Aitana y Palmira salieron corriendo de la mano mientras el zombi en que se había convertido la señorita Mari Carmen les perseguía. Aitana resbaló y cayó el suelo. El zombi-señorita se abalanzó hacia ella para morderle, pero María Martín la agarró rápidamente del brazo y el jersey y la levantó. Empezaron a correr de nuevo y lograron huir.
..Avanzaron unos metros más y, de repente, Ismael, otro niño que se había convertido en zombi, agarró a Palmira por detrás arrastrándola y mordiéndola. Instantes después se transformó también en un muerto viviente. María y Aitana no tuvieron más remedio que seguir sin ella.
Un poco más adelante encontraron a Marta escondida tras un montón de paja.
-Ven con nosotros –le dijeron.
..Corriendo las tres de la mano salieron del establo por una puerta trasera. Llegaron a un huerto y corrieron por él. Vieron a otro compañero.
-Hola, Alejandro –dijo Aitana cuando vio a su amigo.
-AAehhh –gruñó éste avanzando con los brazos extendidos hacia delante.
-¿Qué te pasa, Alejandro? ¿Ya estás de cachondeo?
-!Noooo, vámonos que es un zombi! –le dijo María a su amiga.
..Las tres volvieron a salir corriendo agarradas. Vieron que unos metros más lejos acababa el terreno de la granja y había una verja. A lo lejos se veía la carretera.
-Vamos hacia la valla. La saltamos y corremos hacia la carretera
–exclamó María.
-Sí, sí, vamos para allá –le contestó Aitana. Palmira no dijo nada.
..Cuando les faltaba poco para saltar la valla Juan Diego apareció como de la nada.
-Mira, ahí está Juan Diego, que se venga con nosotros –sugirió Palmira.
-No, no –dijo Aitana– acuérdate que es un zombi.
-Sí, sí, tenemos que irnos –dijo María.
-Qué pena, ¿y qué va a pasar con él?
-No lo sé, puede pasar cualquier cosa –le contestó María. Saltaron la valla. A Palmira le costó bastante. María le tuvo que ayudar. A bajar le ayudó también Aitana.
..Ya fuera de la granja, se fueron lo más rápido que pudieron hacia la carretera. Un coche que vio con asombro a 3 niñas solas por el arcén, paró y las recogió. Después las llevó a la ciudad.
..Las niñas volvieron a sus casas con sus familias y alertaron a las autoridades de lo que estaba pasando. Éstas fueron a la granja y solucionaron la situación. Todos se habían convertido en zombis por culpa de un virus. Los agentes les aplicaron un antídoto y los alumnos y profesores del Colegio San Martín volvieron a su estado normal. Al final, tras unos días recuperándose del susto, todo volvió a ser como antes.